Boletín Aprendiendo a Ser PaPaz – Seis acciones para promover la reconciliación

Juana, en su rol de representante del curso, intentó transmitirle a su profesor de matemáticas que ella y varios compañeros se sentían intimidados con su forma de corregir, porque usaba expresiones como: “a ver López si por primera vez puede…” o “usted Ramírez es muy perezoso…”. Sin embargo, cuando Juana habló con el profesor en público, a nombre de sus compañeros, el profesor la amenazó con ponerle anotaciones porque él sentía que no era un tema de grupo, sino personal. Juana se sentía triste, preocupada y enojada con el profesor, y sobre todo con sus compañeros, quienes “la dejaron sola y no la defendieron”. ¿Qué habría hecho usted si fuera Juana? ¿Qué le aconsejaría a un estudiante en la situación de Juana si usted fuera docente? ¿Cómo acompañaría a su hija o hijo en esta situación?

Es clave reconocer que los conflictos son naturales, necesarios y son oportunidades para mejorar las relaciones. Aun así, se deben desarrollar acciones de cambio para lograr dicha mejora. El silencio o el distanciamiento que se encubre en frases como “el tiempo lo cura todo” no son formas efectivas para gestionar conflictos, ya que restan posibilidades de crecimiento y mejora conjunta. Para transformar, es necesario reconocer las consecuencias del conflicto, las personas afectadas, la desconfianza generada, la ruptura de la relación y la necesidad de plantear, entre todos los implicados, diálogos y oportunidades para reparar y reconciliar⁽¹⁾.

Reconciliar va más allá de gestionar el conflicto y buscar alternativas de solución: requiere que las partes involucradas tengan disposición al encuentro, por lo que de antemano debió ocurrir un proceso en el que se conciliaron emociones como la ira, la tristeza o el miedo. La reconciliación es un proceso social que se hace entre todos, que reconstruye relaciones en contextos con grupos o personas divididas⁽²⁾. Por ello, reconciliarse es un arte porque no se trata de “volver a lo mismo”, se trata de re-establecer, de volver a empezar.

La reconciliación se basa en la posibilidad de re-crear, es decir, de hacer posible que el daño generado sea un punto de partida desde el cual construir procesos de  aprendizaje. De esta forma, las personas no son simplemente espectadoras que esperan a que la reconciliación suceda, sino que son ejes de cambio que desde la reflexión grupal hacen suya la vivencia y emprenden acciones de cambio⁽³⁾.

Pero entonces, volviendo al caso de Juana ¿qué hacer para promover procesos de reconciliación?

Contenido elaborado por
Paula Monroy