Boletín Aprendiendo a Ser PaPaz – Cuatro ideas para ejercer una crianza respetuosa en la primera infancia

La importancia del rol de madres, padres y cuidadores en el desarrollo de niñas y niños desde la primera infancia ha sido ampliamente documentada e investigada desde hace décadas⁽¹⁾. Este rol tiene diferentes facetas: dar seguridad emocional, enseñar habilidades, conocimientos, valores, etc., ser modelos a seguir con nuestros comportamientos y actitudes, construir relaciones recíprocas con ellas y ellos, y finalmente, guiar y definir límites⁽²⁾.

Para ejercer nuestro rol de manera respetuosa es importante dejar a un lado la creencia de que debemos controlar a nuestras hijas e hijos para que nos obedezcan y, en cambio, entenderlos como personas autónomas, con sus propios intereses y personalidades. Esto no significa dejar a un lado nuestro rol de guiar, poner límites claros y velar por su bienestar.

A continuación, cuatro ideas para ejercer una crianza respetuosa:

1. Comenzar por nuestro bienestar emocional.  Una crianza respetuosa empieza por mirarnos como adultos. Una pregunta importante que podemos hacernos es: ¿Qué tanto cuido mi propio bienestar para poder ser una mejor mamá, papá o cuidador? El autocuidado es un ingrediente clave que nos ayuda a disfrutar más el tiempo de calidad con nuestros niñas y niños y así responder adecuadamente a situaciones retadoras de la crianza. Igualmente, puede variar de acuerdo con la persona, para algunos puede querer decir dormir media hora más en la noche o no pasar mucho tiempo sin comer, para otros puede significar sacar algo de tiempo libre para leer o caminar o, por ejemplo, tener una llamada con un amigo o amiga. ¿Cómo se cuida usted?

2. Trabajar en nuestro propio manejo de emociones. Saber controlar nuestras propias emociones y comunicar a tiempo lo que necesitamos sin ser explosivos son habilidades esenciales para enfrentar el reto de la crianza. Por ejemplo, reconocer por medio de las señales de nuestro cuerpo y de nuestros pensamientos que estamos enojados y tener herramientas para manejar esa emoción, nos ayuda a responder sin violencia a las situaciones que nos plantea la crianza. Podemos decir: “Estoy sintiendo rabia en este momento. Voy a tomarme un minuto para respirar y ya regreso”. Además, al trabajar en estas habilidades somos modelos a seguir de lo que queremos que ellas y ellos aprendan sobre cómo manejar sus propias emociones. ¿Qué estrategias le han funcionado para regular una emoción que no disfruta?

3. Conocer los comportamientos que podemos esperar de acuerdo con el momento de desarrollo en el que están nuestras hijas e hijos.  Saber qué es un comportamiento propio de la etapa de desarrollo es importante para tener expectativas realistas sobre lo que pueden y deben hacer. Por ejemplo, entender que las pataletas en la primera infancia son consistentes con la madurez de su cerebro nos ayudará a verlos con más compasión. Podría ser que sienten mucha frustración por alguna situación y aún no encuentran las palabras para expresarlo. La próxima vez que hagan una pataleta, qué tal preguntarse si él/ella pudiera expresarse con palabras y frases completas ¿Qué estaría queriendo decirme? ¿Será hambre, cansancio, una emoción muy grande o tal vez todavía no tiene claro qué está sintiendo?

4. Buscar formas respetuosas para poner límites. Hace algunos años se pensaba que premiar, castigar y regañar a las niñas y niños era la mejor manera de formarlos para la vida. Hoy sabemos que, aunque estas estrategias parecen funcionar en el corto plazo, en el largo plazo no enseñan las habilidades que necesitan para ser mejores personas y crecer sanos emocionalmente⁽³⁾. Es importante buscar alternativas, diferentes a los premios, castigos y regaños. Por ejemplo, enseñarles cómo reparar el daño que han hecho o establecer acuerdos en conjunto y recordarlos cuando sea necesario. ¿Qué acuerdos tienen como familia que les ayudan a disfrutar más el tiempo juntos?