Crianza positiva: ¿Es posible disciplinar sin castigo?
La crianza de nuestros hijos es una tarea que implica numerosos desafíos para madres, padres y cuidadores, uno de ellos es la forma en la podemos disciplinar sin ser autoritarios ni permisivos, ¿es posible lograrlo?
Según la Encuesta Nacional sobre Demografía y Salud – ENDS (2015), en Colombia sigue siendo frecuente el uso de los castigos corporales, humillantes y degradantes contra las niñas, niños y adolescentes, tales como golpes, pellizcos, gritos, amenazas, entre otros. Estas acciones se ven reforzadas por creencias como “A mí me educaron de esta forma y no sucedió nada”. Sin embargo, existe evidencia que indica que este tipo de castigo lastima gravemente la relación familiar y el autoestima de nuestros hijos, produce daños emocionales, dificulta el desarrollo de su autonomía, les enseña a ser víctimas, entre otras consecuencias negativas asociadas.
Por esto es necesario orientar nuestras prácticas de crianza hacia alternativas que eviten cualquier tipo de violencia y eduquen a niñas, niños y adolescentes a ser empáticos, capaces, compasivos e independientes. Dichas prácticas hacen parte de la crianza positiva de la cual hace parte la disciplina positiva, definida por UNICEF como un método para promover comportamientos asertivos al interactuar con los niños de una manera amable, pero firme.
Contrario al castigo físico, esta metodología tiene el objetivo de prevenir problemas de conducta antes de que comiencen y nos permite acompañar y enseñar a nuestros hijos a través de las rutinas, la comprensión y el apoyo. Estos métodos están basados en la identificación de las razones detrás de los comportamientos inadecuados, la comprensión de los errores como espacio de aprendizaje, la trasmisión de amor y respeto, el involucramiento de los hijos en la búsqueda de soluciones y la enseñanza de habilidades como la comunicación asertiva, autocontrol, cooperación y empatía.
Estrategias con sus hijos e hijas sugeridas por la disciplina positiva:
- Poner normas y límites, construirlas conjuntamente y hacerlas cumplir.
- Evitar explicaciones autoritarias como “Porque yo lo digo”.
- Permitir momentos de frustración, fortalecen su capacidad de resiliencia.
- Establecer rutinas en las que los involucre.
- Crear un ambiente previsible, así favorece su confianza.
- Reconocer positivamente sus avances, así fortalece su autoestima.
- Involucrarlos en las decisiones, para reconocerlos, permitir su participación y fortalecer su autonomía.
- Compartir las normas, límites y sus razones con los demás cuidadores (abuelos, tíos, niñera etc.)
- Brindar el espacio para que reconozcan en qué se han equivocado y para reflexionar al respecto.
- Corregir, dejando claro que lo inadecuado es la acción y no la persona.
- Enseñar a pedir disculpas y a generar ideas para que el comportamiento negativo no vuelva a suceder.
- No ser permisivo.
|