Un desarrollo sexual positivo permite, no solo definir la relación con nuestro cuerpo, sino los vínculos afectivos que establecemos con otros seres humanos. La evidencia científica nos muestra que, cuando hablamos desde temprana edad sobre este tema con nuestros hijos y estudiantes, promovemos el desarrollo de habilidades y comportamientos que favorecen una sana sexualidad y los protege del abuso sexual. A continuación, compartimos algunas ideas al respecto que surgieron en nuestro conversatorio virtual «
Desarrollo afectivo y sexual: Una meta común para crear entornos protectores«.1.
Conociendo las herramientas legales y pedagógicas que tenemos a nuestra disposición:
Nuestro país cuenta con una política pública de educación para la sexualidad basada en un marco de derechos y educación para la ciudadanía. Esto quiere decir que, como comunidad educativa, debemos reconocer a niñas, niños y adolescentes como sujetos de derecho a quienes no solo se les debe garantizar la protección de estos, sino que se les debe ayudar a desarrollar las competencias necesarias para tomar decisiones informadas y responsables consigo mismos, con su cuerpo y con los otros.2.
Incluyendo actividades relacionadas con el desarrollo sexual en el currículo escolar:
Una meta común, para trabajar de forma articulada con la familia, puede ser la promoción del sano desarrollo de la sexualidad. El primer paso en este proceso es reconocer los valores que son importantes para nosotros como comunidad educativa a la luz del tema de la sexualidad. Una vez hecho esto, se puede definir cómo aprovechar diferentes actividades escolares y extra-escolares para mostrar que la sexualidad es mucho más que la genitalidad y que incluye temas importantes como las relaciones afectivas y sociales. Estos espacios también pueden servir para para informar y cuestionar sobre las problemáticas que afectan a los jóvenes, transformar estereotipos de género, desarrollar prácticas de autocuidado, etc.3.
Respondiendo sus preguntas:
Aunque para nosotros los adultos, a veces, resulta incómodo o retador, la evidencia muestra que responder las preguntas que hacen nuestros hijos y estudiantes sobre sexualidad no solo no los incita a iniciar su vida sexual de manera temprana, sino que les permite desarrollar habilidades para tomar decisiones más sanas y respetuosas. Incluso, si no tenemos la respuesta a sus preguntas, es clave que indaguemos, sin juzgarlos o prohibirles hablar sobre eso, qué quieren saber, qué saben ellos sobre el tema y qué más les gustaría saber. Esto permite que surjan diálogos más espontáneos sobre sexualidad y que seamos sus adultos de confianza.
4. Promoviendo prácticas de autocuidado:
El autocuidado puede promoverse desde los primeros años de vida. Por ejemplo, el enseñarle a los niños y niñas más pequeños a ubicar y nombrar correctamente las partes del cuerpo, empezamos a crear una relación respetuosa consigo mismos que les permite identificar las cosas que los hacen sentir incómodos o irrespetados, en quién pueden confiar y qué hacer cuando se enfrenten a situaciones que vulneren sus derechos.
Si quiere conocer más ideas sobre cómo abordar el tema de sexualidad en familia, lo invitamos a ver la conferencia virtual con Claudia Sánchez: La Sexualidad en la infancia y la adolescencia